Si la computación tradicional nos llevó a la luna, ¿dónde nos puede llevar la cuántica?

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Tomás López Morales
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Moonshot no solo significa lanzamiento lunar. Entre los usos coloquiales del término, también se utiliza para designar los proyectos arriesgados, con un poco de locura, que pueden cambiarlo todo o terminar sin un resultado tangible. En todo caso, el esfuerzo merece la pena. En 1962 el presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, anunció que en esa década iba a poner un hombre en la luna. Era un moonshot, en el sentido figurado y real. Y funcionó.

50 años después, científicos, gobiernos y empresas de todo el mundo parecen haberse embarcado en otra de esas misiones tan esperanzadoras como inciertas: desarrollar la computación cuántica, que sustituye los bits de la computación binaria –con su dualidad entre el 0 y el 1– por los cúbits, en los que se pueden superponer ambos estados, aumentando drásticamente la capacidad de cálculo. Cuando eso suceda, cambiará para siempre todo lo que hacemos con los ordenadores, que es casi lo mismo que decir todo lo que hacemos.

La analogía, aplicada a la exploración espacial y la astronomía, es tentadora. Si la computación tradicional nos llevó a la luna, ¿hasta dónde nos puede llevar la cuántica? “Con los ordenadores cuánticos estamos en una época similar a la de hace 50 años”, dice Asier Arranz, director del Quantum Community Lab de IBM. “Tenemos unas máquinas grandes y lentas, como entonces, pero esas máquinas nos llevaron a la luna”.